Una visión sobre el genocidio indígena
“La causa por que han muerto y destruido tanta y tales e tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas; conviene saber, por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido la mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices y tan ricas, e gentes tan humildes, tan pacientes e tan fáciles de subjectarlas” Bartolomé de las Casas. Brevísima relación de la destrucción de las Indias, 1552.
La naturaleza humana de los indios
Nosotros (...) consideramos, sin embargo, que los indios son verdaderos hombres, y que no solo son capaces de comprender la religión católica, sino que, según nuestras noticias, desean ardientemente recibirla. Queriendo proporcionar extenso remedio a estos males, declaramos (...) que de ningún modo se les podrá privar de su libertad o sus bienes, incluso de la fe de Jesucristo; y que ellos pueden y deben gozar, libre y legítimamente, de su libertad y de la posesión de sus bienes; no deberán ser esclavizados (...) Papa Pablo III. Encíclica.
Tabla con información sobre el genocidio a la población originaria en México Central
Formas de trabajo de la población indígena: la mita
En el momento de la partida de los equipos, por todas partes se veían indios encadenados, con un collar de hierro al cuello. Mujeres y niños acompañaban a esos miserables hombres con gritos y gemidos, arrancándose los cabellos, cantando en sus lenguas cantos de muerte y lúgubres lamentaciones. Los desgraciados que partían se despedían de los suyos sin esperanza de retorno. Los que podían vendían todos sus bienes para rescatarse. Muchos no dudaban en alquilar a sus mujeres y a sus hijos a razón de 60 o 50 pesos para librarse de la mina. Los jefes indígenas eran golpeados o torturados si no entregaban la mano de obra exigida. Metraux. Los Incas. pág 131
El trabajo indígena en Potosí
“Después de haber comido cada uno [de los indios] en su rancho, se suben al cerro cada uno a su mina y entran en ella, desde este día [lunes] hasta el sábado en la noche sin salir de la mina, a la cual llevan sus mujeres la comida, los cuales andan siempre debajo de la tierra cavando y sacando los metales de que se saca la plata; donde tienen todos velas de cebo encendidas de día y de noche con cuya luz trabajan, porque como están debajo de la tierra siempre han menester”. Antonio Vázquez de Espinosa. Compendio y descripción de las Indias Occidentales, 1627.
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